Cuento de las esquinas y las fotos familiares
A tiempo A veces me pregunto si el tiempo es tan cruel como creemos, o si simplemente lo usamos como excusa para lo que no nos animamos a hacer. La verdad es que, aunque hayan pasado veinte años, yo nunca dejé de verla. La veo en cada esquina, en cada taza de café, en cada mujer con la que intento olvidarla, pero nunca puedo. Todo empezó un día nublado. Gente caminando y volviendo del trabajo. Una vereda gastada en una esquina cualquiera de la Avenida Maipú. El toldo rojo de Coca-Cola cubre parte de la vidriera de un restaurante, y en la esquina se ve el cruce peatonal, con sus baldosas desparejas. No hay nada especial a simple vista. Pero ahí fue. Ese fue el lugar donde la vi por primera vez. Donde empezó todo sin que ninguno de los dos lo supiera. Yo cruzaba la calle distraído cuando la vi tropezarse con la vereda rota. La ayudé a levantarse y me sonrió sin vergüenza, como si caer frente a un extraño fuera lo más normal del mundo. Me preguntó si siempre pasaba eso en esa esquin...