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Showing posts from June, 2025

Poema

  La espera Mientras camino por las mismas calles de siempre, recuerdo tu forma delicada de mirarme. Una mirada tímida que se esconde detrás de la indiferencia. Sentir tus manos suaves acomodándome un mechón de pelo en esta misma esquina. Escuchar la melodía de tu voz diciéndome que te vas a quedar un rato más. Que no te vas a ir. No ahora. Oler tu aroma caramelizado que se impregna fuertemente en mi ropa. No te vas a ir. No ahora. Pero al lavar mi ropa vas a desaparecer por completo. Todavía puedo verte pero ya no estás ahí. Te veo pero no estás conmigo. Te veo pero solo en mis sueños donde tu regreso es una ilusión. Una ilusión donde me decís todo lo que no me dijiste. Todo lo que te guardaste por miedo a mi respuesta. Todo lo que está contenido por miedo a hablar y no poder volver atrás. El tiempo corre y vos también. Todo queda indefinido. Me dijiste que te ibas a quedar un rato más. Que no te ibas a ir. No ahora. Intento alcanzarte pero tu armadura es más grande que mi esperan...

Reseña de Tres Luces

  Letra Viva El descubrimiento de un hogar donde no hay secretos ni escasez: reseña sobre Tres luces de Claire Keegan Estamos acostumbrados a un mundo donde la literatura muchas veces se apoya en giros narrativos ruidosos o personajes complejos, pero Tres luces de Claire Keegan destaca por su delicadeza, su contención y su humanidad. Publicada en 2010 y reeditada recientemente, esta breve novela se convierte en una lectura indispensable para quienes buscan historias íntimas, sutiles y emocionalmente profundas y cargadas de sentido. Claire Keegan es una autora irlandesa conocida por su trayectoria en el género del cuento. Sus libros, como Cosas pequeñas como esas y Antártida, han sido traducidos a más de veinte idiomas y reconocidos por su precisión narrativa, su mirada ética y la profundidad de sus personajes. Tres luces no es la excepción, el relato, aunque corto, explora el sentido de encontrar un lugar de pertenencia donde seamos queridos y amados, dejando una huella permanente ...

Cuento final

El último regalo La familia ya había comido. En el comedor quedaban los rastros del vitel toné, la sidra abierta, las servilletas arrugadas y los niños emocionados corriendo por la casa. En la televisión, el especial navideño. Faltaban veinte minutos para las doce. -¿Y si abrimos los regalos ahora? - preguntó Tomás impaciente. -Nada de eso. Faltan veinte minutos. Hasta que no suenen las doce, no se abre nada. - dijo su madre. La abuela Mercedes se acomodó en su sillón. Tenía la copa de vino en la mano y una sonrisa que parecía más contenida que alegre. -¿Quieren que les cuente una historia? - preguntó. -Otra vez con tus cuentos de miedo - exclamó el padre, cansado de las historias de la abuela. Los nietos se juntaron a su alrededor. El ventilador de techo giraba lento y en la casa todo olía a calor, a frutas secas y un leve perfume de lavanda. -Esta es una historia real. Pasó hace mucho, cuando yo tenía la edad de ustedes. Casi todos se habían olvidado, pero no yo. Porque esa historia ...

Cuento de las esquinas y las fotos familiares

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  A tiempo A veces me pregunto si el tiempo es tan cruel como creemos, o si simplemente lo usamos como excusa para lo que no nos animamos a hacer. La verdad es que, aunque hayan pasado veinte años, yo nunca dejé de verla. La veo en cada esquina, en cada taza de café, en cada mujer con la que intento olvidarla, pero nunca puedo. Todo empezó un día nublado. Gente caminando y volviendo del trabajo. Una vereda gastada en una esquina cualquiera de la Avenida Maipú. El toldo rojo de Coca-Cola cubre parte de la vidriera de un restaurante, y en la esquina se ve el cruce peatonal, con sus baldosas desparejas. No hay nada especial a simple vista. Pero ahí fue. Ese fue el lugar donde la vi por primera vez. Donde empezó todo sin que ninguno de los dos lo supiera. Yo cruzaba la calle distraído cuando la vi tropezarse con la vereda rota. La ayudé a levantarse y me sonrió sin vergüenza, como si caer frente a un extraño fuera lo más normal del mundo. Me preguntó si siempre pasaba eso en esa esquin...

Cuento de la foto familiar

  Buen provecho Todo empezó con una sopa. Una sopa espesa, con ajo, perejil y veneno. La cociné esa misma tarde, con manos firmes y un propósito claro. Aníbal no iba a sobrevivir esa noche. Lo había decidido unos días antes al ver cómo le gritaba al perro por derramar agua, cómo me ignoraba cuando hablaba, cómo me recordaba, sin palabras, que yo ya no era más que una silla de respaldo cómodo en su imperio de desprecio. Habíamos invitado a toda la familia Vermut. Una rareza. Aníbal decía que había que recuperar “las buenas costumbres”, aunque todos sabíamos que lo hacía solo porque Gregorio, mi cuñado, se había convertido en socio de un juez importante y eso se tenía que brindar. Pero yo no iba a brindar. Porque esa noche, Anibal iba a morir. Recuerdo perfectamente haber dejado el plato en el borde de la cocina, separado de los demás. Le hice una pequeña marca en la base del plato, un rasguño imperceptible para cualquiera menos para mí. Marina, la sirvienta, me había ofrecido ayudar...