Línea de tiempo y secretos

 2011:

  • En primer grado, aprendí a leer y el primer libro que leí fue “El oso que no lo era” de Frank Tashlin

2016: 

  • Empecé a leer unos libros de la saga de “Dork diaries” de Rachel Renee Russell

2022: 

  • Una de mis amigas, hace un tiempo, había comprado el libro “Normal people” de Sally Rooney. Como mis amigas eran lectoras activas, se propusieron ir pasándose el libro para que todas lo leyeran y después cada una daba su opinión final. Una amiga y yo que éramos las menos lectoras, nos sumamos porque nos reclutaron a su grupo lector y también de paso leíamos algo para entretenernos. Y así fue. Las cinco leímos el libro y compartimos nuestra opinión. El grupo se dividió en dos, unas decían que les había encantado y las otras odiaban el libro. Yo forme parte del grupo mala onda. Odié ese libro con toda mi alma. Lo sigo odiando. También a los meses salió la serie, la vi y también la odie. Odiaba la historia, los personajes principales, los personajes secundarios, el principio, el final, todo. Nunca podía terminar de empatizar con un personaje porque unas páginas después, hacía algo que yo no estaba de acuerdo. Capaz por eso se llama “Normal people”, osea gente normal. Capaz yo odiaba lo real que era la trama. 

2024: 

  • En el verano empecé a leerme una colección del detective Hercules Poirot de Agatha Christie

  • También ese verano me leí “El psicoanalista” de John Katzenbach

  • Y además intente de empezar a escuchar podcasts pero me di cuenta de que no son mi estilo. Como era verano, yo aprovechaba para hacer ejercicio en mi casa. A veces no había nada interesante para ver en Youtube o la música que escuchaba ya me quemaba la cabeza de repetirla tantas veces, que necesitaba algo distinto. Una amiga me había contado hace un tiempo que a ella le gustaba escuchar los podcast de un comediante y que era su gusto culposo. También, yo era consciente de cómo los podcasts empezaban a ganar más reconocimiento y yo quise sumarme a la onda. Me acuerdo que había puesto un podcast de una chica que hablaba sobre las relaciones amorosas. Yo en ese momento no tenía nada pasando en el plano amoroso, así que capaz fue por eso que mi interés no estuvo tan presente. Sin embargo, no me gusta la modalidad de escuchar a alguien y no poder ver a esa persona. Era como si una voz en mi cabeza mágicamente supiera mucha información sobre los “casi algo” mientras yo estaba haciendo abdominales.

  • Cuando empecé la facultad, se me hizo imposible darle tiempo a la lectura voluntaria de algo que me interese y por eso, por el resto de este año, no leí nada. Para mi fue un momento un poco crítico de mi vida. Nunca fui una persona que esté leyendo libros constantemente, pero si de vez en cuando me gustaba distraerme un poco con la lectura. Claramente yo seguía teniendo mis tiempos libres donde podía elegir hacer lo que quería. Pero al tener que estar constantemente leyendo textos para la facultad, cuando tenía tiempo libre, lo último que quería era agarrar un libro. En las vacaciones me pasaba lo mismo. Por fin tenía todo el tiempo que yo quería para descansar, juntarme con mis amigas, salir, tocar un poco el pasto y lo último que necesitaba era leer otra cosa más. Esto es un punto debatible porque al fin y al cabo, yo leería algo que me interesa y que quiero leer. Por lo tanto, no era algo que tenía que leer si o si por obligación sino por placer. 

  • A principios de octubre empecé un diario (de verdad, no como los que hacía cuando era mas chica). Todo surgió después de un día de facultad. Estaba cansada, triste, enojada, estresada. Pero todos estos sentimientos no fueron algo de ese día sino que se venían acumulando desde hace muchas semanas atrás. No solo tenía que ver con temas de la facultad, sino también de mi vida cotidiana y personal. Todo esto desató una crisis en la que una gota más iba a rebalsar el vaso. Por eso mismo, antes de ahogarme en mi miseria, abrí un cuaderno que me habían regalado el año anterior, agarré una lapicera y empecé a escribir. Ese día escribí como diez páginas sobre cómo me sentía. Y así fueron los días, semanas y meses siguientes. No escribo todos los días. No siempre hay algo interesante o profundo para contar. Pero cada vez que me pasa algo trascendente para mi proceso interno, lo escribo. En ese momento somos solo el papel lleno de emociones y pensamientos que describen mi mundo interno y yo. Es un momento de concentración y apertura emocional que me gusta mantener en privado. Encontré un refugio en la escritura y me ayudo un montón a poner en palabras lo que siento y poder comunicarme mejor a la hora de hablarlo con alguien.

2025: 

  • Me lei “El Aleph” de Jorge Luis Borges

  • Esta semana emplee una nueva modalidad de leer algún libro en el viaje de ida y vuelta a la facultad, aprovechando la hora de viaje que tengo libre. El otro día fui a la feria del libro y me compré “El Aleph” de Borges y “Persuasion” de Jane Austen. También la anterior feria del libro me había comprado “Las mujeres que aman demasiado” de Russell, pero no lo pude leer por tiempos que no pude aprovechar ya sea por falta de motivación, por la distracción de eventos sociales, por la carga que venía teniendo de la facultad, etc. Pero esta semana fue distinta y, al tener presente el taller de escritura, mi deseo de volver a leer despertó de nuevo. Hace mucho quería retomar mi lectura pero siempre había algo que me detenía. Después de la feria del libro, me leí el libro de Borges en dos días y esa inspiración que tuve de momento, me hizo replantearme cómo podía hacerle un espacio en mi vida a la lectura. Por ahora, me prometí leer algún libro en la hora de viaje que tengo hasta la facultad y mi casa. De esta manera, puedo aprovechar ese tiempo perdido, y en mi casa puedo utilizar ese tiempo para hacer algo de la facultad o simplemente para descansar.


Cinco secretos:

  • Cuando era chica me gusto un chico que se llamaba Ramiro por seis años

  • Cuando veo a una chica en la calle o en donde sea y me gusta como esta vestida, suelo guardarme una imagen mental y más adelante usar su estilo para inspiraciones futuras

  • Me cuesta sentir emociones sin racionalizarlas

  • Con mi hermana tenemos una complicidad con los chismes, nos contamos todo incluso aunque no nos incumba


Uno de mis talentos ocultos gira alrededor de la observación y el análisis. Cuando era más chica, solía ser mucho más reservada y ante una situación social prefería escuchar antes que hablar. Con el tiempo, me di cuenta de que estar en ese rol más pasivo e inactivo tenía bastantes ventajas. A veces, la gente no se da cuenta que con tan poco, puede estar diciendo mucho. Capaz me estaban hablando de su familia, de los problemas con su novio o de una situación cotidiana que les había pasado. Pero cada gesto, cada movimiento, la manera en que lo dicen, todo lleva a un análisis más profundo de quien es esa persona y cómo se siente. Mientras más entraba en ese rol de escuchar, mi observación se volvía más intensa y detallada. 

Todo esto se relaciona con lo que sale a partir de mi análisis profundo de observación, el psicoanálisis. Encontre un hobbie divertido de psicoanalizar a las personas. Observar lo que hacen, lo que dicen, lo que son y lo que fueron. Me di cuenta que mientras más nos fijamos en el trasfondo y la historia de las personas, más entendemos porqué hacen lo que hacen. 

Hace poco ocurrió una situación en mi grupo de amigas. Nos habíamos juntado a merendar después de un tiempo sin vernos y una de mis amigas, llamémosla Pepita, trajo un dilema a la mesa. Pepita hace dos meses había conocido a un chico en una fiesta. Se estuvieron hablando por un tiempo y salieron a varias citas. Pepita siempre nos contaba cosas negativas sobre este chico. Cosas raras que le decía o que él hacía y todas siempre nos reíamos. Pero ahí, justamente, entraba mi hobbie. ¿Por qué Pepita siempre nos contaba cosas malas sobre este chico? ¿No se supone que cuando salís con alguien que te interesa, contás cosas buenas que te pasaron? ¿Por qué Pepita no se esforzaba por dejarnos a nosotras, sus amigas, una buena imagen de este chico?

Tantas cosas que me preguntaba en mi cabeza, tanto análisis para hacer de mi amiga. Retomando, Pepita ese día nos cuenta algo que dejó un abanico de reacciones en el grupo. Ella nos explicó que había tenido relaciones íntimas con él y que durante estos momentos él le decía “te quiero”. Hasta el momento todo parecía normal hasta que nos aclara que este chico solamente le decía esto en esos momentos. Osea que nunca era un “te quiero” después de un paseo por la plaza sino un “te quiero” en un momento donde este chico seguro tenía la cabeza en Marte. 

Este dato generó distintos comentarios y puntos de vista. Dos amigas decidieron quedarse calladas y no opinar. También, analicé su silencio y falta de participación, y concluí que mientras que una no tiene mucha experiencia a nivel amoroso, a la otra le incomodan los temas de intimidad. 

Por otro lado, mis otras dos amigas si comentaron algo. Una, que también le incomoda la intimidad, le pregunto a Pepita si ella también le decía “te quiero” al chico. Lo interesante es que cuando Pepita dijo que no le devolvió el “te quiero” porque no le gustaba que él solo se lo diga en ese contexto, mi amiga dio un suspiro y le dijo “bueno, vos también”. Capaz ella esperaba que Pepita le devuelva el gesto al chico como confirmación de reciprocidad, lo cual, deja entrever una situación por la que ella pasó en donde su ex novio, no la correspondió como ella quería y necesitaba. Por eso, su perspectiva de la situación de Pepita fue una reacción de empatía hacia el chico que no estaba siendo correspondido como ella, en su momento, tampoco lo fue.

La última amiga, que fue la más participativa en el dilema, le dijo a Pepita un comentario que quedó resonando en mi cabeza los días después y que concluí que ese comentario no era lo que Pepita necesitaba escuchar. Usando un vocabulario menos vulgar, ella le dijo lo siguiente: “bueno, al menos si él esta teniendo relaciones sexuales con vos, un “te quiero” es lo minimo que puede hacer”. Este comentario, con el cual yo estuve muy en desacuerdo, desató un análisis más profundo en mi. Primero, desde lo superficial, esto no tiene por qué ser así si o si. Creo que puede existir un vinculo entre dos personas que tienen relaciones sexuales y aun asi no decirse “te quiero”. Segundo, desde lo profundo, sentí que ese comentario fue horrible. Se notaba que a Pepita le molestaba esta actitud del chico y ese comentario fue un minimizador de lo que ella sentía. El silencio y la incomodidad de Pepita después de la conversación, me dio a entender que era algo que a ella no le gustaba y que le dolía más de lo que quería admitir.

Creo que dentro de todo, esta conversación se dio muy rápido y se habló muy por encima, cuando se notaba que era algo que le pesaba a Pepita. Porque claramente, quién no quisiera que alguien los quiera por lo que son y no por lo que pueden ver o tocar. 

Finalmente, analice a mi amiga, la del comentario. Creo que ella no lo dijo con malicia ni con intenciones de rebajar lo que Pepita sentía, pero sí analice su trasfondo de por qué lo dijo. Ella, dato no menor, era la única del grupo con novio. Mientras que todas siempre tuvimos tragedias y terrores en el plano amoroso, ella y su novio tuvieron su cuento de hadas. Nunca tuvieron ningún problema, no se pelean nunca, se conocieron en un buen contexto y todo se dio maravillosamente. Hablando de intimidad, ella quiso que su novio primero la conociera y recién a partir de que ellos oficializaran, ellos tuvieron relaciones. Fue algo que se dio en sus tiempos y fue un vínculo en donde el “te quiero” nació desde lo genuino y no desde el deseo físico. Por esto mismo, ella al tener esta experiencia perfecta sobre la intimidad y el amor, su comentario fue un reflejo de cómo ella habita ese espacio vulnerable en donde un “te quiero” era lo mínimo.

En conclusión, este talento oculto que tengo no solo aplico en este caso sino que lo sigo usando, no de manera invasiva o para encontrarle la justificación a todo, sino como una manera para poder entender mejor a las personas con las que me relaciono y al entorno en el que habito. Este tipo de situaciones no solo me hacen pensar en lo demás, además me permiten ponerme en una posición reflexiva de pensar qué hubiera hecho yo si estuviera en el lugar de Pepita.


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