Cuento policial

 El reflejo de la verdad


Era un domingo y al detective Leonel Guzmán le asignaron un caso nuevo. Parecía ser un asunto doméstico bastante fuerte lo que hacía que nadie quisiera participar en el caso. Hace unos días, un vecino denunció gritos y una adolescente llorando en la puerta de una casa del barrio. 

Al llegar, la situación parecía resuelta. La chica, Clara, estaba adentro, sentada en el sillón tranquila y el padre decía que todo era un malentendido. Pero Leonel ya conocía este tipo de casos y sabía que había algo que no encajaba con la coartada del hombre. 

Unos días pasaron y el detective recibió una llamada de un colegio del barrio. Era la directora desesperada diciendo que la adolescente apareció en el colegio con marcas sospechosas en los brazos y una mirada que no era de miedo, sino de resignación. 

También, la directora mencionó un extraño acontecimiento donde uno de los alumnos denunció que un hombre había ingresado al comedor del colegio durante el almuerzo. Nadie quiso declarar, pero se rumoreaba que había cuchillos revoleados, gritos, y un hombre que parecía fuera de sí.

La poca información que Leonel pudo recopilar es que nadie lo había visto entrar y nadie intentó detenerlo. ¿Cómo era posible? ¿No se supone que el colegio tiene un guardia en la entrada a todo momento? Pidió las cámaras de seguridad y lo acompañaron a la sala de computación. Pero el sistema casualmente había fallado ese día. Solo una cosa quedó grabada ese día. Una imagen borrosa del comedor lleno de alumnos y un espejo al fondo apoyado en una columna. Todo parecía normal hasta que un destello iluminó la pantalla y ahora, el espejo tenía una una grieta en el centro.

En el reflejo, apenas perceptible, se veía una figura, un hombre. Para su sorpresa no era el padre. Era él. Leonel.

¿Era una edición? ¿Alguien estaba intentando acusarlo? Esa imagen se quedó en su mente en los siguientes días. Se había obsesionado con el video. Lo veía una y otra vez esperando que en algún momento el hombre que veía en la pantalla no fuera él. 

En un ataque de nervios y desesperación, el detective volvió a la casa del padre. Pero estaba vacía. Nadie lo había visto desde hacía días. Clara, también había desaparecido. Leonel se sintió culpable y responsable de la víctima. Sentía que había perdido. Lo único que pudo encontrar fue un sobre apoyado sobre la mesa de la cocina. Adentro tenía una nota que decía: "El reflejo no miente. A veces muestra lo que no queremos ver."

Leonel llevó el espejo roto a la comisaría como evidencia. Pero cada vez que lo miraba, veía cosas que no deberían estar ahí, cosas que no habían pasado, o si. Escenas en el colegio que no recordaba vivir, adolescentes mirándolo. Alguien estaba manipulando su realidad.

La comisaría decidió que el caso quede cerrado por falta de pruebas. Pero Leonel no podía dormir. Porque, en el fondo, tenía un recuerdo. Un recuerdo que no quería confirmar.

Una noche tuvo una pesadilla. Había revoleado cuchillos en un comedor lleno de chicos. Nadie se asustaba. Nadie lo detenía. Clara a un costado, llorando, llena de moretones. Moretones que él le había hecho. Solo el espejo roto parecía saber lo que había pasado. Pero Leonel también lo sabía. 


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